Un berrinche es un estallido emocional violento, en general en respuesta a una frustración.
Entre 1 y 3 años de edad es completamente normal que los niños tengan berrinches, pues los niños pequeños aún no saben regular y expresar adecuadamente sus emociones, pues estas aparecen de forma espontánea, sin tomar decisiones conscientes, lo que hace que pierdan el control sobre sí mismos y les cueste pensar antes de actuar, prever las consecuencias de su comportamiento y actuar de acuerdo a las normas establecidas. Pasados los 5 años, ya son menos frecuentes.
Un niño con un berrinche puede gritar, llorar, tirar objetos, pisar fuerte, arrastrarse por el suelo, ponerse rojo, dar golpes o patadas, dejar de respirar voluntariamente durante unos segundos...
Algunas situaciones que pueden dar lugar a que este tipo de conductas se presenten en el niño son:
- cambios en la rutina.
- dificultad para expresar con palabras lo que siente o necesita.
- falta de afecto y atención.
- deseo de hacer algo y que, en ese momento, no se le permita hacerlo o no sea posible.
- falta de habilidades para hacer algo por sí mismo.
- aprendizaje por imitación de sus cuidadores o de otros niños.
Dependiendo de como se maneje esta situación, se pueden favorecer los comportamientos desafiantes o, por la contra, promover la autoestima, independencia y manejo de las emociones en el niño.
Para prevenir una rabieta podemos, por ejemplo, cambiar el foco de atención a otro objeto o actividad que sí se puede hacer u obtener. También podemos permitir que el niño elija ante ciertas alternativas, para que este no sienta que hace las cosas por obligación, o evitar alguna situación que frustre al niño hasta que este consiga enfrentarla de otra forma.
Si la rabieta ya ha comenzado lo que debemos hacer es, principalmente, mantener la calma, pues esta empeorará si nosotros respondemos al berrinche del niño alterándonos también. Además, siempre que sea posible y el niño no tenga peligro, debemos tratar de ignorar la rabieta y continuar con lo que estamos haciendo como si nada. Si le cuesta salir de la rabieta, debemos intentar calmarlo, diciéndole cosas positivas, abrazándolo o cantándole.
Es importantísimo no ceder nunca y darle al niño lo que quería, ya que esto hará que entienda el berrinche como una solución y forma de obtener lo que quería y que sus padres pierdan autoridad sobre él.
Al acabar el berrinche, no se debe mandar el niño a otro lugar, avergonzarlo, decirle cosas negativas (como que no lo quieres), hacerle sentir culpable, castigarlo o pegarle, porque así aún se sentirá más frustrado a largo plazo. En su lugar, es recomendable acercarse a él, permitiendo que se relaje y hablando con él de lo sucedido, indicándole otras formas de pedir las cosas y de expresarse. También se puede ofrecerle alguna actividad que le guste y le ayude a calmarse.
De esta forma, los niños sentirán que los aceptan y serán capaces de conocer nuevas formas de enfrentarse a situaciones complicadas. Así, se favorecerá de forma progresiva que los berrinches desaparezcan. De no ser así pasados los 7 años de edad, es aconsejable buscar ayuda de un especialista.
Bibliografía:
https://educacioninicial.mx/infografias/que-hay-detras-de-un-berrinche/
https://www.unicef.org/uruguay/historias/como-manejar-las-rabietas-o-berrinches
Imagen 1: https://eresmama.com/esta-madre-nos-ensena-calmar-berrinche-5-pasos/